Carta Pastoral en la fiesta de la Virgen del Carmen 2020

“100 años sirviendo a las gentes del mar”

Queridos diocesanos:

Cercano ya el día en el que celebraremos a la Virgen del Carmen, me dirijo a quienes trabajáis en el mar, y a vuestras familias, para expresaros la cercanía material y espiritual de la Iglesia diocesana, en estos momentos especialmente difíciles para todos.

Precisamente este año la Iglesia conmemora el centenario de ese apostolado específico para las gentes del mar, con la fundación en 1920 en Glasgow del primer centro Stella Maris, que institucionaliza la acción pastoral que la Iglesia ya desarrollaba hacía tiempo con los marinos y pescadores. En 1927, se fundó el primer centro en Barcelona. Desde entonces se ha escrito una fecunda historia de atención y servicio a las gentes del mar, que hoy se concreta en la presencia de ese apostolado en 322 puertos de 56 países. De ahí el lema para esta jornada: “100 años sirviendo a la gente del mar”.

Cercanía de la Iglesia a las gentes del mar

La Iglesia, samaritana y servidora, de la que formáis parte, queridos hombres y mujeres del mar, está cerca de todos. “El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón[1]. Los centros Stella Maris y el apostolado del Mar testimonian que la Iglesia y los cristianos sirven con eficacia a las personas, caminan a su lado y comparten sus inquietudes y dificultades. Los voluntarios del apostolado del mar no se conforman con decir hago lo que puedo, sino que su lema es: “intentamos hacer todo lo que haga falta.

Especial atención a los trabajadores del mar

Es verdad que a lo largo de estos cien años las condiciones de la vida y del trabajo han evolucionado positivamente, también para las gentes de la mar; pero no es menos cierto que aún se constatan algunas deficiencias. Soy consciente de que las actuales circunstancias del coronavirus han añadido más dificultades a las que ya teníais respecto a vuestro trabajo y a su desarrollo. En ese sentido hago mía la reivindicación de que los trabajadores del mar sean considerados con atención especial, tal como pidió a las Naciones Unidas la Christian Maritime Association, uniéndose a otras muchas entidades del sector. Es evidente que vuestro trabajo en la pesca, en el transporte y en otros campos en los que os veis concernidos, colabora de modo decisivo al bien común de toda la sociedad, y por ello debe ser considerado con especial atención por parte de las autoridades. En este sentido son necesarios los mecanismos laborales y de transporte para que las tripulaciones puedan ser relevadas y reunirse con sus familias en las jornadas de descanso que les correspondan. Pienso también en los trabajadores de los cruceros, fondeados en distintas partes del mundo, a veces sin poder desembarcar, o en los de los barcos de pesca que ven con preocupación el futuro por la ya presente crisis económica.

Un lugar en el corazón de la Iglesia

Son esclarecedoras las palabras del Papa Francisco en aquella tarde lluviosa del 27 de Marzo, en la Plaza de San Pedro vacía, que recogían sin duda los temores y esperanzas de toda la humanidad. Dijo el Papa: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos…. también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos[2]. El Papa, con el símil de la barca y la navegación, tan querido por Cristo, indica que en estos tiempos de zozobra estamos con vosotros. Unidos en la oración, agradecemos vuestro trabajo de cada día y la entrega generosa de tantos sacerdotes y voluntarios que os acompañan.

Nos anima a todos nuestra condición de hijos de Aquella que es vuestra patrona y protectora. Quizá este año no tengáis la satisfacción de portarla en vuestros barcos y pasearla por las aguas de nuestros mares; pero la lleváis en el alma y os acogéis a ella, sabiendo que la Virgen del Carmen os mira con ojos de Madre y pide por vosotros a su Hijo, que, sentado en la barca de Pedro, fundamenta vuestra confianza en que si Él va con vosotros, la singladura es segura. Ponemos bajo su manto a quienes han perdido la vida faenando en el mar.

Rezando por vosotros y encomendándome también a vuestra oración, os saluda con afecto y bendice en el Señor.

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 1.

[2] FRANCISCO, Momento extraordinario de Oración en tiempos de pandemia, 27 de marzo de 2020.