Conferencia de mons. Julián Barrio en Estrasburgo

  • El Camino de Santiago y el continente europeo forman un todo inseparable en el fondo de nuestra historia milenaria
  • La peregrinación jacobea descubre que el cristianismo ha configurado una Europa abierta
  • Europa debe ser un continente “abierto y acogedor, que continúe realizando en la actual globalización, no sólo formas de cooperación económica, sino también sociales y culturales”.

 El arzobispo de Santiago, mons. Julián Barrio, pronunciará este martes 27 de noviembre, una conferencia sobre el Camino de Santiago en el Departamento de Cultura del Consejo de Europa, en Estrasburgo. Su disertación lleva por título “Santiago de Compostela, una meta a alcanzar”.

En su comparecencia, mons. Barrio insistió en la idea de que “el Camino de Santiago y el continente europeo forman un todo inseparable en el fondo de nuestra historia milenaria”. De tal suerte que no es posible pensar en Europa sin tener en cuenta el profundo intercambio generado por la peregrinación jacobea y su camino. En coherencia, resulta “indudable que Europa nace y da sus primeros pasos en un Camino que conducía a Compostela”.

En su disertación, el arzobispo compostelano recordó en varias ocasiones la histórica visita a Compostela del papa Juan Pablo II en 1982, en especial su discurso del 9 de noviembre en el que exhortó a la vieja Europa  a ser ella misma, a redescubrir su verdadera identidad cristiana.

Desde el punto de vista antropológico, mons. Barrio definió el Camino como “una expresión temática del ser humano, que es un ser peregrinante hacia Alguien, hacia Algo”. Una realidad que se constata a diario, ya que “cuanto más rápido camina la humanidad, mayor es la necesidad de sentir cimientos sólidos. Parece que los lugares de peregrinación, y en particular el de Santiago de Compostela, responden a esta profunda necesidad antropológica… el hombre no está completo hasta que se encuentra a sí mismo”.

Mons. Barrio se preguntó cuál es el papel del Camino en Europa. Aquí hizo suyas las palabras de Juan Pablo II para afirmar que “Europa entera se ha encontrado a sí misma alrededor de la memoria de Santiago, en los mismos siglos en los que ella se edificaba como continente homogéneo y unido espiritualmente”. E insistió en que “el peregrino jacobeo contribuye efectivamente a la construcción de la única Europa posible: la que tiene una referencia espiritual con sus principios morales y sociales, su cultura, su arte y su sensibilidad, es decir que tiene sus raíces en la tradición cristiana”.

El arzobispo destacó que el Camino de Santiago ha sido siempre un camino de fe y de cultura. Un binomio inseparable porque “la vida humana es cultura”. Una cultura “que no debe eliminar la apertura a la trascendencia”. Abogó también por una “nueva Europa del espíritu” que recupere la herencia de los pensadores cristianos. Recordó también una reflexión de Thomas S. Eliot, para quien “un europeo puede no creer en la verdad de la fe cristiana, pero todo lo que dice, cree y hace, surge de la herencia cultural y cristiana y solo adquiere significado en relación con este legado. Si el cristianismo desapareciera, toda nuestra cultura desaparecería con él”.

Por último, mons. Barrio concluyó que “la peregrinación jacobea descubre que el cristianismo ha configurado una Europa abierta y, por lo tanto, puede integrar nuevos elementos”. Esto supone que Europa debe ser un continente “abierto y acogedor, que continúe realizando en la actual globalización, no sólo formas de cooperación económica, sino también sociales y culturales”.