Monseñor Barrio presidió la Eucaristía en la que varios seminaristas fueron instituidos lectores y acólitos

  • “Mi felicitación cordial a vosotros, a vuestra familia, a vuestros formadores y profesores, a quienes os han acompañado en el proceso de vuestra vocación”, dijo el arzobispo

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, presidió este jueves en la capilla del Seminario Mayor, la Eucaristía en la que recibieron ministerios varios seminaristas: Mateo Aguado Domínguez, Ernesto Antonio Gómez Juanatey y Mario Agustín Pérez Moya, quienes fueron instituidos lectores; y José Antonio Conde Silvoso y Martin Anani Konassi Kouman, que fueron constituidos acólitos. “Mi felicitación cordial a vosotros, a vuestra familia, a vuestros formadores y profesores, a quienes os han acompañado en el proceso de vuestra vocación”, señaló el arzobispo en su homilía. Monseñor Barrio indicó que “son momentos estos en los que hemos de celebrar la liturgia del tiempo ordinario con mayor intensidad, discerniendo cómo vivimos nuestra fe. Nuestra condición de creyente no se obtiene una vez para siempre sino que hay que validarla cada día”.

En su homilía, el arzobispo recordó a los nuevos lectores que “asumís el compromiso de anunciar la Buena noticia de Cristo… La Palabra de Dios es sustento y vigor de la Iglesia, alimento del alma, fuente limpia y perenne de vida espiritual. Hay que comprenderla y expresarla con sencillez y gratuidad. Es lugar privilegiado de encuentro con el Señor y con la verdad que determina los contenidos de fe. Nos ayuda a ver las cosas desde Dios. Tratad de ser maestros por la fe, formándoos en la escucha de la Palabra, corazón de toda actividad eclesial… orad la palabra antes de proclamarla”.

Monseñor Barrio dijo a los nuevos acólitos que “tenéis que ser hombres de la Eucaristía a la que la Iglesia profesa una profunda devoción. La Eucaristía no es un mero acto ceremonial. Es el misterio de nuestra fe. ¡Sed hombres de lo sagrado y manifestadlo siempre con vuestra actitud contemplativa y adoradora! Nos cuesta aceptar el camino de la totalidad en la entrega, pues no acabamos de aprender que cuanto más sabemos de nuestra pequeñez, y mayor es el reconocimiento de nuestra limitación, estamos más capacitados para recibir el poder de Dios. En la pobreza podemos hacer cosas grandes”.