Liturgia de la Jornada Mundial del Enfermo 2016

María, icono de la confianza y el acompañamiento

“Haced lo que Él os diga” (Jn.2,5)

Liturgia 11 de febrero

  • La Jornada Mundial del Enfermo es el inicio de un itinerario que culmina en la Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua.
  • La Campaña se centra en la figura de María desde su confianza en Dios y su modo de acompañar a quien pasa por necesidad, bajo el lema “haced lo que Él os diga”, invitación que nos hace el Papa a través del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.
  • La importancia de los símbolos en las celebraciones: el tema propuesto nos llama a resaltar varios posibles signos: algún símbolo de servicio, como signo de los gestos de María hacia quien la necesita; de su confianza en Dios y en su hijo Jesús, como centro de su espiritualidad; o la persona de algún enfermo o familiar que pone su total confianza en Dios; haciéndolos presentes en los momentos litúrgicos o celebraciones principales: la Jornada Mundial y la Pascua del Enfermo.
  • También se puede y debe usar:
    • Cartel de la Campaña.
    • Subsidios litúrgicos

11 de febrero (Jueves después de Ceniza): “Jornada Mundial del Enfermo” (pontificia y dependiente de la CEE, obligatoria). Liturgia del día (aunque por utilidad pastoral, a juicio del rector de la Iglesia o del sacerdote celebrante, se puede celebrar con el formulario «Por los Enfermos», cf. OGMR 376), alusión en la monición de entrada y en la homilía; intención en la Oración Universal.

MISAL: ants. y orac. props., si se hace la conmemoración de Nª Sª de Lourdes 1ª oración propia y el resto de la feria de Cuaresma, Pf. Cuaresma.

En esta memoria litúrgica de Ntra. Sra. de Lourdes, la Iglesia universal nos invita a celebrar la Jornada Mundial del Enfermo. Una celebración que, en España da inicio a la Campaña que discurrirá hasta la Pascua del enfermo el VI domingo de Pascua.

Monición de entrada:

El tema de este año es “María, icono de la confianza y el acompañamiento”, que remite a la figura de María en su relación con quien tiene necesidad o quien sufre y su vivencia del sufrimiento al lado del mismo Cristo camino de la cruz.

María nos invita también a actuar desde la discreción, la confianza, la alabanza, la misericordia, y siempre con los ojos fijos en Él, salud de los enfermos.

Que ella nos impulse a ver quién nos necesita y a comprometernos también nosotros en el mundo del sufrimiento, dando testimonio de nuestra fe y confianza, con el corazón lleno de la misericordia del Padre.

Oración de los Fieles:

Elevemos nuestra oración a Dios, Padre misericordioso, en quien ponemos nuestra confianza al iniciar este tiempo de Cuaresma. Lo hacemos por mediación de María, salud de los enfermos, respondiendo:

  1. Confiamos en tí, Señor.
  • Por la Iglesia: para que todas las personas puedan experimentar en ella la fuerza del corazón misericordioso del Padre.
  • Por nuestro mundo, marcado por el sufrimiento en sus distintas formas, para que el Padre lo transforme y ponga en su corazón la misericordia y el perdón de su Hijo Jesús. Oremos.
  • Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio de la cruz, sientan también la presencia cercana y maternal de la Virgen.
  • Por las familias de los enfermos, los profesionales, los voluntarios, y todos aquellos que les atienden y cuidan, para que se conviertan en preciosos iconos de confianza y acompañamiento al lado del que sufre.
  • Por todos los religiosos y religiosas consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para que, como María en su visita a Isabel, sean imagen de la solicitud de Cristo por los hermanos que nos necesiten.
  • Por nuestra comunidad cristiana: para que tenga siempre los ojos atentos y el corazón sensible a las necesidades de quien sufre, y se convierta así en oasis de la misericordia del Padre.

Escucha, Padre, nuestra oración y danos un corazón compasivo como el de María, para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y nos comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Sugerencias para los cantos:

Entrada: Iglesia peregrina (CLN-408); María es esa mujer (1 CLN-319); Alrededor de tu mesa (1CLN-A4);

Salmo responsorial: Dichoso el que confía intachable, camina en la ley del Señor (Sal 1).

Ofrendas: Te presentamos el vino y el pan (l CLN-H 3); Este pan y vino (l CLN-H 4); Quiero estar, Señor, en tu presencia (disco “Cantos para participar y vivir la Misa”). Si se hace procesión de ofrendas se puede poner música de fondo y se favorece con ello un espacio de “silencio” e interiorización, se da lectura al significado de las ofrendas.

Comunión: Donde hay Caridad y amor (CLN-O 26); Comiendo del mismo pan (2 CLN-O 27); Fiesta del Banquete (l CLN-O 23); Danos un corazón grande para amar. (CLN-O).

Final: Samaritano de amor (de A. Fernández de León del disco “Quédate, Señor” de P. Núñez Goenaga); Ave de Lourdes; Gracias, Señor (l CLN-604); u otro canto de envío.

Sugerencias para la Homilía

  1. Las lecturas del día

Dt. 30,15-20: Pongo ante ti bendición y maldición. Moisés habla al pueblo presentándole los dos caminos: escuchar al Señor y seguirle o no hacerlo. Dios los deja libres, pero les recuerda que la vida está en Él.

También a María le habló pidiéndole permiso para entrar en su vida; la dejó escoger libremente, y ella escogió la vida.

Y a nosotros nos ofrece esa misma libertad: caminar en sus caminos, o no escucharle y seguir otras sendas. Sólo la suya es de vida. Confiemos en Él, como María.

Sal. 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. El salmo es el canto de alabanza a la persona que es capaz de escoger el camino del Señor, el camino de la vida.

Para ello es fundamental confiar en Él, ponernos en sus manos cum-fiat, esperando con total disponibilidad y fe. Seguros de que Él nunca nos falla.

Es un salmo que puede convertirse fácilmente en expresión de la vivencia del enfermo; cuando la situación es de inseguridad (in-firmus, no firme), la confianza en alguien que nos da esa seguridad tan necesaria resulta fundamental, por ello nuestra oración se convierte en: “Señor, en ti confío”.

Lc. 9,22-25: El que pierda su vida por mi causa la salvará. El evangelio de hoy –en consonancia con el lema de la Campaña- es una llamada a sentir que nuestra vida no es para nosotros, sino que estamos llamados a vivir el rol de ‘siervos’, donde se nos pide que estemos atentos a las indicaciones del Señor, dejando nuestras necesidades o nuestra vida en segundo plano.

En esta tarea, el mejor siervo es el que sirve con más calidad y decisión a las indicaciones o peticiones de su señor. ‘Perdiéndose’, se gana. Obedeciendo, acierta. Y María nos ayuda a ello diciéndonos: “Haced lo que Él os diga”.

Esta es la tarea de todo agente de pastoral de la salud: escoger el camino del Señor, confiar plenamente en Él como María, y dar su vida por los demás, especialmente cuando sufren o pasan por una enfermedad.

  1. Del Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo, 11 febrero 2016
  • El tema elegido se inscribe en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia.
  • Jesús inicio su Misión asumiendo para sí las palabras del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos; para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor» (Lc.4,18-19).
  • En la enfermedad, por un lado la fe en Dios es puesta a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su potencialidad positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor, o los interrogantes que derivan de ello; sino porque ofrece una clave con la cual podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver de qué modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la Cruz. Y esta clave nos la proporciona su Madre, María, experta de este camino.
  • En las bodas de Caná, María es la mujer atenta que se da cuenta de un problema muy importante para los esposos: se ha acabado el vino, símbolo del gozo de la fiesta. María descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con discreción, actúa rápidamente. No se limita a mirar, y menos aún se detiene a hacer juicios, sino que se dirige a Jesús y le presenta el problema tal cual es: «No tienen vino» (Jn 2,3).
  • ¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo? El banquete de bodas de Caná es un icono de la Iglesia: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca de Jesús y de sus discípulos, está María, Madre previdente y orante. María participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarlo; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre.
  • Tenemos una Madre que tiene sus ojos atentos y buenos, como su Hijo; su corazón materno está lleno de misericordia, como Él; las manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús que partían el pan para quien estaba con hambre, que tocaban a los enfermos y les curaba. Esto nos llena de confianza y hace que nos abramos a la gracia y a la misericordia de Cristo. La intercesión de María nos hace experimentar la consolación. María es la Madre “consolada” que consuela a sus hijos.
  • En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios. Y esa misma ternura se hace presente en la vida de muchas personas que se encuentran al lado de los enfermos y saben captar sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque miran con ojos llenos de amor. ¡Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, pone su invocación en las manos de la Virgen!
  • Para nuestros seres queridos que sufren debido a la enfermedad pedimos en primer lugar la salud. Pero el amor animado por la fe hace que pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos una paz, una serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los que le piden con confianza.
  • En la escena de Caná, además, están los que son llamados los “sirvientes”, que reciben de Ella esta indicación: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. Estos personajes anónimos del Evangelio nos enseñan mucho. No sólo obedecen, sino que obedecen generosamente: llenaron las tinajas hasta el borde (cfr Jn 2,7). Se fían de la Madre, y de inmediato hacen bien lo que se les pide, sin lamentarse, sin hacer cálculos.
  • También nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestras fatigas y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el vino más bueno.
  • Así, esta Jornada Mundial del Enfermo ayudará a realizar lo manifestado en la Bula de la Misericordia (cf. Misericordiae Vultus, 23), que cada hospital o estructura de sanación sea signo visible y lugar para promover la cultura del encuentro y de la paz, donde la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y toda división.
  • A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, deseo que sean animados por el espíritu de María, Madre de la Misericordia. «La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (ibid., 24) y llevarla impregnada en nuestros corazones y en nuestros gestos.

ORACIÓN DEL ENFERMO A MARÍA

Divina Enfermera

cuida mi cuerpo y mi alma:

en el dolor, sosiégame;

en la soledad, acompáñame;

en el miedo, alienta mi confianza.

María del Magníficat

alegra mis días.

En la oscuridad, ilumina mi fe;

en la debilidad, impulsa mi ánimo;

en la desesperación, sostén mi esperanza.

Madre de la Misericordia,

si mi vida se apaga,

intercede por mí ante tu Hijo,

vencedor de la muerte,

y cógeme en tus brazos,

Virgen de la ternura.

Amén

CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORA
L
DEPARTAMENTO DE PASTORAL DE LA SALUD