
Tranquiliza, Señor, mi paso apresurado,
vuélveme un instrumento más eficaz
de tu misericordia.
Bendice mi mente
para que no sea indiferente o insensible,
sino que esté atento a las necesidades
del hermano que sufre.
Bendice mis ojos,
para que estén abiertos
a reconocer tu rostro en el rostro de cada enfermo
y llévame a descubrir la luz
y los tesoros interiores de cada uno.
Bendice mis oidos
para que acojan las voces
de los que piden ser escuchados
y responden a los mensajes
de los que no saben expresarse en palabras.
Bendice mis manos
para que no permanezcan cerradas e indiferentes,
sino que transmitan calor y proximidad
a quien necesita de una mano amiga.
Bendice mis labios
para que no pronuncien frases
hechas de palabras vacías,
sino transmitan comprensión y cariño
escondidos en un corazón que ama.
Bendice mis pies, Señor,
para que pueda dejar huellas
de mi paso por este mundo
y contribuya a promover el diáloo silencioso
del enfermo contigo.
Amén.