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Señor Jesús,
Durante tu vida terrenal
encarnaste la ternura
de Dios entre los hombres.
Ahora, que eres invisible,
nos corresponde a nosotros,
tus discipulos,
hacer visible tu rostro luminoso.
A la hora de visitar a los enfermos,
te dirijo esta oración:
habítame, Señor Jesús,
hazme transparente a tu presencia
y enseñame a ser la sonrisa
de tu bondad;
porque, en el fondo,
es a ti al que quieren encontrar
a través de mí.
Inspirame constantemente
la actitud que tengo que tomar,
las palabras que tengo que decir
y los silencios que tengo que guardar.
Entonces seré para ellos
un camino que les conduce a ti.
Amén.