Monseñor Barrio agradece el esfuerzo de cuantos trabajan en la Pastoral de la Salud

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  • El arzobispo presidió una Eucaristía en la Catedral en la Jornada Mundial del Enfermo

“Gracias a todos los que trabajan en Pastoral de la Salud, médicos, enfermeros, enfermeras, capellanes de los hospitales, párrocos y sacerdotes comprometidos en este campo, a las órdenes y congregaciones religiosas, a los voluntarios y a cuantos se ponen siempre al servicio de la vida y ofrecen coherentemente su testimonio cristiano ante los sufrimientos, el dolor y la muerte. Como buenos samaritanos a ninguno está permitido pasar de largo ante el dolor. Todo enfermo ha de ser objeto preferente de nuestro amor”. Así se expresaba hoy día 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo y fiesta de la Virgen de Lourdes,  monseñor Julián Barrio, en la Eucaristía que presidió en la Catedral compostelana.

“Queridísimos enfermos y enfermas, hoy celebráis vuestro jubileo en este Año Santo Compostelano, convirtiendo esta Casa del Señor Santiago en un ámbito de vida y de esperanza. Os acojo y saludo con todo afecto, compartiendo vuestras angustias y esperanzas,  unido a los agentes sanitarios, familiares y voluntarios que os acompañan. Saludo con gratitud a la Delegada de Pastoral de la Salud y a sus colaboradores”, indicó el arzobispo en sus palabras de la homilía.

Monseñor Barrio aludió a la situación que viven los enfermos y aseguró que “llegáis con vuestra ofrenda de gratitud y de súplica acompañada de vuestras dolencias. El dolor es un misterio y hay que acercarse con respeto y pudor, con delicadeza y realismo, sintiendo nuestra debilidad como algo propio, y reconociendo que la conciencia de nuestras limitaciones nos hace más humanos y humildes. El problema no es tanto preguntar porqué sufrimos, cuanto descubrir que “la manera de sufrir es el más grande testimonio que un alma da de sí misma”.

El arzobispo aseguró que “el sufrimiento para el hombre es como el surco para tierra: en él podemos sembrar siempre el amor de Dios. El dolor tiene una garantía: Jesucristo a quien el enfermo se puede unir, sabiendo que su desgracia se convierte en fuente de gracia porque el Crucificado, Hijo de Dios, sufre con él”