Carta Pastoral de mons. Barrio en el Día del Enfermo

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La Iglesia celebra el 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, la Jornada Mundial del Enfermo. En este día se inicia la X Campaña del Enfermo, que concluirá con la Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua, este año será el 14 de mayo
en marcha la X Semana de Pastoral de la Salud la Jornada Mundial del Enfermo.

El arzobispo de Santiago ha dirigido a todos los diocesanos una Carta Pastoral en la que les invita a sentir muy cercanas a las personas enfermas acompañándolas en su situación concreta: “Hemos de cuidar a nuestros mayores y de manera especial si se encuentran enfermos ya estén en casa, en las residencias o en los hospitales. Muchos de ellos añaden a la enfermedad el peso de los años. Hemos de dejarnos cautivar por su rostro desgastado y surcado por las arrugas en las que se perciben ecos de esperanza, evitando la «cultura del descarte» y caminando con y junto a ellos como Dios «que es cercanía, compasión y ternura”, lo hace»”.

En ella apunta que “cuidar a nuestros mayores más que una obligación, recordada en el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, es algo que debemos sentir como una necesidad no sólo por caridad sino también por justicia” pues en nuestro peregrinar humano todos “necesitamos ser acompañados y acompañar si queremos llegar lejos, tratando de que los demás no nos pasen desapercibidos en su situación concreta.”

Recordando el mensaje que el Papa Francisco ha publicado con motivo de esta Jornada desgrana el prelado compostelano la Parábola del Buen samaritano y la conexión profunda con la necesidad del cuidado de los mayores: “El hecho de que la persona golpeada y despojada sea abandonada al borde del camino, representa la condición en la que se deja a muchos de nuestros hermanos y hermanas cuando más necesitados están de ayuda”.

No se olvida de los cuidadores que en los hogares se encargan de sus cuidados a los que les recuerda que “compartir la debilidad de las personas enfermas es tallar para sí un corazón misericordioso” pues se trata realmente de un amor visceral que “proviene de lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón”

Termina su mensaje encomendándose a los enfermos y enfermas a los que ofrece su oración