Queridos diocesanos:
Todos los días son día del Enfermo porque esta es una realidad que, bien referida a uno personalmente o a otras personas, nos encontramos visiblemente en nuestro alrededor. Ante la enfermedad nos sentimos frágiles y muchas veces indefensos. Esto nos lleva a descubrir en nuestra condición humana la necesidad de la cercanía, ayuda y comprensión que necesitamos de los demás, especialmente de los que nos rodean.
Indicación de Cristo
Escribe el papa Francisco en su mensaje para esta Jornada que “el cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se sienta querida”. En este sentido para interpretar lo que debe ser esa necesaria sinfonía del cuidado de los enfermos nos propone esta clave: “Gratis habéis recibido; dad gratis”. Esta advertencia en las enseñanzas de Jesús a sus discípulos tiene su contexto en el encargo de la misión que les iba a confiar: “Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos” (Mt 10,8). Para cumplir esta misión es necesario conformar nuestro corazón a semejanza del de Cristo, llevando el afecto y el consuelo a los demás. A la vez exige negarse uno a sí mismo ofreciendo lo propio con la disponibilidad que revela el amor de Cristo que vino a servir y no a ser servido.
Tal vez alguien se pregunte qué debo dar. La respuesta es sencilla: dar todo lo que uno ha recibido, todo lo que uno es. Porque ¿qué tenemos que no hayamos recibido? (1Cor 4,7). Nada se nos ha dado como puro privilegio para nosotros personalmente. Todo lo que hemos recibido de Dios debemos darlo gratuitamente a los demás. Somos don del amor de Dios y este amor hemos de difundirlo en los demás de manera especial en quienes más pueden necesitarlo y entre ellos los enfermos, ya sea en los hospitales, en las residencias o en los hogares familiares. Los cristianos somos aliados de Dios para acompañar a aquellos a los que Jesús miró con compasión. Comprometernos en esta misión es anunciar la salvación que Cristo vino a traernos.
El voluntariado en la pastoral de la salud
Conocer la historia de la Iglesia es tomar conciencia de que la caridad es hilo fundamental en la confección de su tapiz. Somos conscientes de que el dolor y la enfermedad son constantes no deseadas en nuestras vidas. La preocupación de las personas de la Pastoral de la Salud es estar al lado de los enfermos sabiendo que hemos de amar al prójimo como a nosotros mismos. Esto conlleva ponerse en la situación del otro. El mismo enfermo en su desvalimiento comprende más fácilmente la angustia que experimentan quienes sufren su misma o parecida situación.
Realizar esta misión comporta un estilo de vida en el que “la gratuidad humana es la levadura de la acción de los voluntarios, que son tan importantes en el sector socio-sanitario y que viven de manera elocuente la espiritualidad del Buen Samaritano”, escribe el papa Francisco quien en su Mensaje nos exhorta también a todos a promover la cultura de la gratuidad y del don, indispensable para superar la cultura del beneficio y del descarte. Os invito a todos a que miréis con cordial agradecimiento a las personas que hacen visible el amor de Dios por los enfermos. Os animo, admirados voluntarios de la Pastoral de la Salud, a que junto a la formación técnica que lógicamente se necesita, acrecentéis vuestro sentir humanitario para ser personas cuyo corazón ha sido conquistado por el amor de Cristo, acreditando así vuestro amor al prójimo y “glorificando a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza a todo el que os lo pidiere” (1Pe 3,15). Es necesario no perder esta identidad en vuestra dedicación fomentando la espiritualidad de comunión que nos descubre a todos que nuestra vida encuentra sentido cuando sabemos vivirla al servicio de los demás. A vosotros, queridos enfermos y enfermas, deciros que os tengo muy presentes en mi oración con la intercesión de la Virgen María, salud de los enfermos.
Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.