Voluntariado de Pastoral Penitenciaria

En 1986 se desarrolla el I Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria, que nos dice:

«conscientes de que la asistencia religiosa en las prisiones no debe de estar únicamente en manos del capellán, hacemos un llamamiento a las comunidades cristianas y todos los hombres de buena voluntad, para que surja un voluntariado de hombres y mujeres que, en nombre de la Iglesia Local, y en nombre propio, se pongan al servicio de nuestros hermanos encarcelados, los más pobres, los más marginados, los más desechados y los más olvidados».

Fruto de este Congreso es, en julio de 1987: «Acord marc sobre Assisténcia Religiosa Católica ais Centres Penitenciaris de Catalunya». (Barcelona, 10 de julio de 1987).

En el año 1988, se desarrolla en Barcelona el II Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria: «El voluntariado cristiano en la Pastoral Penitenciaria», que nos dice en las conclusiones:

«El voluntariado es una realidad viva en la actual Pastoral Penitenciaria Española, pero se necesita una normativa que configure y que regule, a escala nacional, la personalidad y las actividades del mismo, normativa que debe ser sancionada por la Conferencia Episcopal y por la Administración Penitenciaria, en la que se anuncien de manera general, los derechos y deberes de los voluntarios…» (Barcelona, 29 de septiembre de 1988).

Recoge también las características del voluntario que todos nosotros hemos oído y sabemos: (persona creyente, trabaja en equipo, comprometida, enviada, discreta, estable psicológicamente, en proceso de formación…, etc).

Todo esto significó consolidar la figura del Voluntario y darle la importancia que tenía en la Pastoral Penitenciaria. Fruto de estas bases que puso el Congreso de Barcelona de 1988 es:

– Ley 25/1991, del 13 de Diciembre, por que se crea el Instituto Catalán del Voluntariado (DOGC 30/12/1991, Nº: 1535)

– El Acuerdo sobre Asistencia Religiosa Católica en los Establecimientos Penitenciarios (Madrid, 20 de Mayo de 1993)

– Y el Borrador del Voluntariado, elaborado por delegados y capellanes en Septiembre de 2011 en Madrid.

La atención religiosa como acción pastoral

Si definimos la acción pastoral como la actividad de los cristianos que actualizan las tareas de Jesús implantando el Reino de Dios en la sociedad, y constituyendo el pueblo de Dios en comunidades cristianas; tenemos que estas actividades o tareas implican, a su vez, diversas funciones a las que llamamos Acciones Pastorales o Eclesiales. Esta división de la acción evangelizadora de Cristo, nos ha servido para explicar la Misión de Cristo, la de sus Discípulos y la de la Iglesia; por eso, hablamos de la trilogía de Cristo como: – Maestro o doctor (función profética), Sacerdote (función cultual), Rey o pastor (función regia). De aquí hemos extraído modernamente el triple ministerio o funciones pastorales: La Profética (anuncio de la palabra); La Litúrgica (celebración del culto); y La Caritativa (servicio liberador).

Naturalmente, la atención religiosa que lleva a cabo la Pastoral Penitenciaria, en cuanto Acción Pastoral, participa totalmente de estas Funciones Pastorales. Y así, queda enmarcada e insertada en esta trilogía de las funciones: doctrinal, sacerdotal y pastoral.

Evolución histórica

A lo largo de la historia, este triple oficio de Cristo (profeta, sacerdote, rey) ha ido evolucionando, según determinadas interpretaciones bíblicas; visiones critológicas o comprensiones eclesiológicas.

La escolástica medieval, y sobre todo Calvino (1545) y Lutero, utilizaron y aceptaron la doctrina del triple oficio de Cristo. El catecismo romano editado 1566, dice: «Jesucristo, nuestro Salvador, en el instante mismo de su encarnación, asumió el triple oficio de profeta, sacerdote y rey». Los luteranos asumieron plenamente la doctrina del «triple oficio» en el siglo XVII; y en la teología católica entró modernamente y con pleno derecho a finales del siglo XVIII.

Fundamentación desde la Escritura

Profundizando en esta idea de fundamentar esta triple división, el profesor Floristan Casiano, en su «Teología práctica» (Ediciones Sígueme. Salamanca, 2002) nos dice, citando al teólogo Jose Manuel Vidal, que esta división tripartita la encontramos claramente en el evangelio de Mateo:

«se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28, 18-20).

– Dimensión Misionera-Pastoral: «id y haced discípulos»

– Dimensión Litúrgica: «bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espírtu Santo».

– Dimensión Profética: «enseñadles a guardar lo que yo os he mandado».

Actualmente, todos los especialistas prefieren una estructura de la misión de la Iglesia en cuatro partes, porque añaden a las tres clásicas: «profética, sacerdotal y pastoral», una cuarta que sería «la edificación de la comunidad cristiana». De ahí, que tanto el profesor Emilio Alberich como el profesor Dionisio Borobio nos hablen de :

– Dimensión de la Palabra o Profética: Martyria

– Dimensión del culto o Liturgia: Leiturgia

– Dimensión de la Caridad o Real: Diakonia

– Dimensión de Comunión: koinonía

Esta cuádruple división está fundamentada en Hechos 2, 42-46: «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, la fracción del pan y a las oraciones…. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón».

Es en este texto de Hechos donde se acentúan las cuatro funciones o acciones pastorales o eclesiales de las que venimos hablando, y que muestran una estructura más eclesial, que la que hemos visto en Mateo.

Estructura de la Acción Pastoral en la Comunidad Cristiana

El padre Congar, en su libro «Ministerios y estructuración de la Iglesia» nos decía que no se pueden entender los ministerios o «acciones Pastorales» sino como una estructuración en una comunidad cristianamente viva.

Por eso, si seguimos las indicaciones del profesor Borobio, en su «Pastoral de los Sacramentos» nos dirá que toda acción pastoral debe articularse y ordenarse en las distintas dimensiones de la «Misión», y que él llama «áreas de misión». Así nos habla de: área de la Palabra, área de la Dirección, área de la Celebración y área de la Caridad.

– Area de la Palabra (Martirya): servicios de evangelizador, catequista, teólogo.

– Area de la Dirección (Koinonia): animador de grupos, responsable y coordinador de la comunidad

– Area de la Celebración (Leiturgia): en lo referente a los servicios y ministerios litúrgicos, oraciones, sacramentos.

– Area de la Caridad (Diakonia): todo lo referente a la Caridad, la solidaridad, el servicio a los más pobres y necesitados.

Manuel Garcia Souto

Capellán